Cannabis medicinal – Capitulo 1

por Fred Gardner and Dr. John McPartland.

Sólo podemos imaginar como los humanos, hace miles de años, descubrieron que cierta planta tenía propiedades medicinales. Tal vez  una mujer estaba recolectando semillas para comer cuando empezó un periodo doloroso. Mientras extraía las semillas de las sumidades florales de la planta, una resina pegajosa recubrió sus manos. Ella probó la sustancia gomosa. Poco después empezó a sentirse mejor.

Sus compañeros confirmaron que en efecto era una planta que reducía los calambres. Empezaron a plantarla con este propósito. Cuando la Tribu se trasladó, llevaron consigo las semillas para plantarlas en su próximo asentamiento.

Descubrimientos similares debieron producirse muchas veces en muchos grupos. Esas personas descubrieron que las semillas alimentaban, la resina quitaba el dolor y los tallos proporcionaban fibra para cuerdas y redes.

Aquí y allá las tribus empezaron a cultivar esta planta especialmente útil de forma intencionada. Los detalles se han perdido en la brumas de la historia, pero la planta permanece y es conocida por los botánicos como Cannabis (El nombre en Latín de la planta lo representamos en cursiva. Cannabis, el producto hecho de la planta, en tipografía normal).

El Cannabis evolucionó mucho antes que los humanos, pero puesto que no hemos encontrado microfósiles de Cannabis en rocas es difícil decir cuando. Dos estudios de ADN estiman la aparición  del  Cannabis   entre  21 y 27.8 millones de años atrás. Polen fosilizado identificado como Cannabis se remonta a  787,000 años en el sur de Siberia.

Polen más joven, de 125,000 años de edad aproximadamente, fue extraído de una turbera en Siberia. De la misma edad eran unos huesos de Neanderthal hallados en una cueva a 50Km de distancia. Algún tiempo después, hace 40.000 años, el Homo sapiens emigró al la zona y forjó una alianza con la planta.

“El Cáñamo siguió al hombre de forma natural”, escribió Nicolai Vavilov, el gran científico de plantas ruso, “manteniéndose cerca de sus asentamientos, asentándose  en los deshechos  y en cualquier parte en que el suelo estuviera abonado”. La imagen de “mala hierba”  del cáñamo fue popularizada por Edgar Anderson un botánico bien conocido en la Universidad de Harvard y en el Jardín Botánico de Missouri.

En cierto momento la gente empezó a cultivar de forma selectiva las plantas  con las características que más apreciaban: Tallos largos, semillas grandes para aceite o resina medicinal y psicoactiva. Vavilov, Anderson, Carl Sauer, Andrew Sherratt, y Carl Sagan.

Han vinculado los orígenes de la agricultura a los esfuerzos de nuestros ancestros para cultivar más eficazmente Cannabis. Sauer propuso que la agricultura la desarrollaron grupos que vivían en el entorno de ríos y lagos (el hábitat del “cáñamo silvestre”) quienes empezaron a cultivar las plantas como fuente de sedales de pesca y redes. Nadie sabe exactamente cuando y donde.

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Cultivo de Cannabis en las montañas del Riff, Marrueco

Clasificación

El botánico Sueco Carl Linnaeus describió formalmente Cannabis Sativa en 1753. Treinta i dos años mas tarde Jean-Baptiste Lamarck identificó Cannabis Indica como una segunda especie. Los expertos continúan debatiendo si deben clasificarse como especies distintas o variedades de una misma especie. Las poblaciones remanentes de una posible tercera especie, Cannabis Ruderalis, pueden ser una reliquia salvaje que descienden del ancestro del C. Sativa.

Entonces llegó el show de los 70, cuando el Cannabis se vio envuelto en sistema legal estadounidense. El Etnobotánico Richard Evans Schultes, testigo de la defensa, afirmó que las leyes de narcóticos se referían a C.Sativa, mientras que el acusado poseía C.Indica, la cual era legislativamente ignorada y técnicamente legal. Del lado de los demandantes, Ernest Small, un botánico taxonomista, argumentó a favor de una sola especie.

Desafortunadamente Schultes y su colega Loren Anderson introdujeron cambios sutiles el la taxonomía del Cannabis desviándose de los conceptos originales de Linnaeus y Lamarck. Dentro de C.Sativa incluyen tanto plantas narcóticas como platas tipo fibra  (Hoy sabemos que las plantas narcóticas son ricas en 9-tetrahidrocannabinol o THC, y las de tipo fibra son ricas en cannabidiol o CBD) Wiliam Stern  analizó en 1974 los ejemplares de C.Sativa de Linnaeus y lo que encontro fué “un viejo stock de cáñamo cultivado del norte de Europa” – plantas de tipo droga, no de tipo cannabidiol o CBD-.

El conservacionista y activista del cáñamo David Bronner, presidente de Dr. Bronner’s Magic Soaps, inspecciona un campo de cáñamo industrial en Colorado, 2013. Visite www.drbronner.com para más información.

Schultes y Anderson delimitaron C. indica a las plantas que Schultes vio en Afganistán. Así, caracterizaron la «indica» como plantas cortas, densamente ramificadas y con foliolos anchos, y la «sativa» como las especies de Lamarck: altas, poco ramificadas y con foliolos estrechos. De ellos surgió la taxonomía vernácula de «sativa» e «índica» que se utiliza en la actualidad. Con el creciente interés por las plantas con alto contenido en CBD, algunas de las cuales son C. sativa en el sentido linneano, la taxonomía vernácula se ha vuelto realmente confusa.

El botánico Karl Hillig segrega estas poblaciones: C. sativa representa las plantas con CBD dominante de Europa, cultivado (biotipo de cáñamo C. sativa) o silvestre (biotipo asilvestrado de C. sativa). C. indica representa plantas con THC dominante procedentes de Asia, ya sean plantas de Lamarck procedentes de la India-C. indica NLD («diámetro estrecho del folíolo», conocido como «sativa» en la lengua vernácula) o plantas procedentes de Afganistán-C. indica WLD («diámetro salvaje del folíolo», conocido como «indica» en la lengua vernácula).

Los naturalistas Robert Clarke y Mark Merlin adoptaron el sistema de Hillig y lo ampliaron. Examinando la distribución mundial de las plantas de Cannabis – silvestres, cultivadas y asilvestradas (una vez cultivadas, de nuevo silvestres) – estos expertos concluyen que:
– El cáñamo de hoja estrecha, C. sativa, subespecie sativa, se cultivaba predominantemente en Europa.
– El cáñamo de hoja ancha, C. indica, subespecie chinensis, se cultivaba en China, Corea, Japón y el sudeste asiático.

Las plantas narcóticas de hoja estrecha, C. indica, subespecie indica, se cultivaban en el sur y el sureste de Asia y Oriente Medio.
Las plantas narcóticas de hoja ancha, C. indica, subespecie afgana, se cultivaban en el norte de Afganistán y Pakistán.

Nótese que el mestizaje y la hibridación generalizados de plantas de hoja estrecha y ancha han hecho que la aplicación de estos términos sea botánicamente imprecisa en muchos casos.

Uso médico antes de la era moderna

Todas las famosas cunas de la civilización del Viejo Mundo utilizaron el cannabis con fines medicinales: China, Mesopotamia, Grecia, India y quizá Egipto. Los escitas, una tribu de emigrantes que inhalaban vapor infundido de cannabis con fines rituales, emigraron de su patria siberiana alrededor del año 800 a.C. Carecían de una lengua escrita, pero su palabra para el cannabis se ha conservado hasta nuestros días. Carecían de un lenguaje escrito, pero se ha reconstruido la palabra Cannabis como kanab, kanap, konaba o kannabis. Los escitas influyeron en las civilizaciones de China, India y Mesopotamia en la cúspide de la historia.

El médico e historiador Ethan Russo ha visitado una tumba en el cementerio de Yánghai que contenía casi un kilo de cannabis. Estaba toscamente manicurado: sumidades floridas, hojas y semillas, y ningún tallo. La tumba no contenía cáñamo fibra. Data de 766-416 a.C. En las cercanías hay enterrados escitas. Yánghai se encuentra en la cuenca de Turpan, que ahora forma parte de China.

Los antiguos chinos conocían el cannabis como «má». Su pictograma para má representa dos plantas colgadas boca abajo para que se sequen.
La combinación de má con el carácter yào (droga) significa «narcótico» o «anestésico».

El legendario médico Shénnóng escribe extensamente sobre má en su texto médico de sabor taoísta, Shénnóng Ben Cao Jing (también conocido como Pen Ts’ao Ching). Advirtió: «Tomarlo mucho puede hacer que uno contemple fantasmas y corra frenéticamente. Una toma prolongada puede permitir comunicarse con el espíritu y hacer que el cuerpo se vuelva ligero». Shén- nóng vivió supuestamente hace unos 4.000 años, pero su legendaria existencia pasó desapercibida hasta el año 130 a.C. aproximadamente.

Los escitas entraron en la historia cuando invadieron Mesopotamia durante el reinado de Sargón II (722-705 a.C.). Después de que los escitas invadieran Asiria, apareció una nueva palabra en neoasirio cunei-. La palabra, que significa «cáñamo», se translitera como qunubu o qunnabu. La palabra aparece en contextos que aluden a uso por los chamanes, lo que refuerza la conexión escita.

El pictograma chino «má» representa el cannabis: dos plantas colgadas boca abajo para que se sequen.

La deidad hindú Shiva se asocia desde hace tiempo con el cannabis.

Heródoto, el «padre de la historia» griega, escribió extensamente sobre los escitas hacia el 440 a.C. Heródoto acuña la palabra xávvaßiç de una palabra que adoptó de los escitas. Los describió utilizando xávvaßiç para hacer cuerdas y telas, y vaporizando xávvaßiç en pequeñas tiendas.

En la India existen más de 50 palabras para designar el Cannabis y sus derivados. Los arqueólogos que trabajan en la cuenca del río Ganges han desenterrado Cannabis desde al menos el año 1300 a.C. El Athar- vaveda, compilado alrededor del 900 a.C., da el nombre de bhånga a una planta que muchos expertos consideran Cannabis. Estas fechas son anteriores a la llegada de los escitas, cuya presencia más temprana en el Hindu Kush podría remontarse al siglo VII a.C.

Siddhãrtha Gautama (ca. 563-483 a.C.), el Buda de nuestra era histórica, era Indo-Escita. Se supone que subsistió con una semilla de cáñamo al día durante su seis pasos de ascetismo. Los practicantes de la medicina ayurvédica, el sistema tradicional de la India, recomiendan esta hierba para contrarrestar el dolor, el insomnio y la pérdida de apetito.

El jeroglífico Egipcio šmšmt se ha interpretado como Cannabis. La palabra aparece en los Textos de las Pirámides de 2350 a.C., «las cuerdas (o sogas) de la planta šmšmt«. Sin embargo, lino y no cáñamo
era el principal cultivo de fibra del antiguo Egipto. Otros autores interpretan šmšmt como Corchorus olitorius, una hierba fibrosa cuyas hojas se comen y utilizan con fines medicinales en Egipto. La palabra también se parece a šmšm, la palabra árabe para sésamo. Las pruebas fehacientes de la existencia de Cannabis en Egipto se remontan a la época romana.

La célebre antropóloga polaca Sara Benet (neé Benetowa) sostiene que kaneh bosm (kaneh bosem) es Cannabis en el Antiguo Testamento, Éxodo 30:22-25. La palabra suele traducirse como «caña aromática». Moisés utilizó kaneh bosm para un aceite de unción sagrado. Benetowa señala «el asombroso parecido» entre kanbos semítico y la palabra escita para Cannabis. Pero el Libro del Éxodo fue compuesto alrededor del siglo VIII o IX a.C., y los escitas no invadieron la Tierra de Israel hasta el año 630 a.C.. Para entonces, los israelitas ya habían sido dispersados y exiliados por los asirios.

El cannabis no es originario del Creciente Fértil. Kanbos, que también transliterado kanbus or qannabbôs, aparece por primera vez en el Mishnah, escrito en el 1er. siglo a.C.

Dada la evidencia de que los productos del cannabis se utilizaban ampliamente para tratar enfermedades en el mundo antiguo, el verdadero misterio es por qué cayó en desgracia, un fenómeno histórico que Ethan Russo bautizó como «Cannabis interruptus». En busca de una explicación, Russo citó «la naturaleza perecedera» del registro histórico y «la propensión de la humanidad a la guerra, la invasión y el conflicto cultural constantes».

Es como si los prohibicionistas hubieran existido siempre en todas las sociedades, y de vez en cuando se impusieran a los médicos y pacientes que han hecho un buen uso de los productos del cannabis. Una teoría es que, en muchas culturas, los miembros de la clase sacerdotal veían las plantas psicoactivas como una amenaza a su papel de mediadores entre lo material y lo espiritual. No querían que la gente tuviera visiones y visiones creativas sin su supervisión. En los tiempos modernos, la prohibición del cannabis ha proporcionado un método eficaz de control social: un mecanismo para financiar y armar a la policía y un marcador para la desobediencia entre la ciudadanía.

El cannabis sigue siendo útil desde el punto de vista médico, pero se prohíbe en diversas partes del mundo a lo largo de la Edad Media. En el Egipto islámico, según Russo, «aunque muchos ridiculizaban sus efectos psicoactivos basándose en la prohibición de los intoxicantes en la sharia musulmana, a menudo se reconocían a regañadientes sus abundantes atributos medicinales».

Un rey egipcio impuso una prohibición en el siglo XIII, pero cuando Napoleón invadió Egipto en 1798, el uso de la hierba estaba muy extendido y los franceses consideraron oportuno imponer su propia prohibición. Treinta años más tarde, un médico francés, Aubert-Roche, informó de que durante un brote de peste en Alejandría, el cannabis aliviaba la fiebre, la agitación, el dolor, la bronquitis y el insomnio. Y así, el péndulo siguió oscilando entre la proscripción y la prescripción.

El cannabis en la literatura médica

Inglaterra, al igual que Francia, descubrió el cannabis medicinal a través de sus colonias. La noticia la dio un brillante médico nacido en Irlanda y educado en Edimburgo llamado William Brooke O’Shaughnessy. La Compañía Británica de las Indias Orientales envió a O’Shaughnessy a Calcuta en la década de 1830. Era una joven estrella que ya había recibido elogios por idear un tratamiento eficaz contra el cólera, la terapia de sustitución electrolítica, que daría origen a la administración intravenosa de fármacos.

En la India, O’Shaughnessy observó que los médicos utilizaban extractos de «gunjah» para tratar una amplia gama de problemas médicos que la medicina occidental no disponía de tratamientos útiles. Estudió la bibliografía pertinente, llevó a cabo estudios con animales y probó los efectos del cannabis en sí mismo antes de tratar a pacientes. En 1839, O’Shaughnessy presentó sus hallazgos en un artículo publicado en las Transacciones de la Sociedad Médica y Física de Bengala: «Sobre los preparados del cáñamo indio o Gunjah (Cannabis Indica)».

El Dr. Tod Mikuriya sostiene el primer número de O’Shaughnessy’s, que cofundó con Fred Gardner.

Sensi Star’ es una variedad de Cannabis afgana con un alto contenido de THC.

En un hospital de Calcuta, O’Shaughnessy trató a pacientes con reumatismo, hidrofobia, cólera, tétanos y epilepsia «en los que se empleó una preparación de cáñamo con resultados que me parecen justificar que anticipemos de su uso más extenso e imparcial una adición nada despreciable a los recursos del médico.»

El preparado de cannabis de O’Shaughnessy -un extracto alcohólico- alivió los síntomas de los tres pacientes con reumatismo de su ensayo clínico. El cannabis salvó la vida de los pacientes con tétanos (aunque uno murió de gangrena) y evitó a los pacientes con hidrofobia las terribles enfermedades asociadas a la rabia. Redujo la diarrea en el paciente con cólera. Y en cuanto a la niña que fue atendida a los 40 días con «convulsiones infantiles», O’Shaugh- nessy informó: «La niña está ahora en el disfrute de una salud robusta y ha recuperado su aspecto natural regordete y feliz». O’Shaughnessy pensaba que el cáñamo índico era el más prometedor como anticonvulsivo.

En 1841, O’Shaughnessy regresó a Gran Bretaña con su mensaje y, lo que es igualmente importante, con semillas de C. indica del tipo medicinal de hoja estrecha. Las plantas del tipo de cáñamo de hoja estrecha se habían cultivado ampliamente para fibra en Gran Bretaña, pero el tipo de droga de hoja estrecha no estaba disponible hasta entonces. Con su llegada, y la publicación en 1843 de los descubrimientos y recetas de O’Shaughnessy en el Provincial Medical Journal, permitió a los químicos producir potentes tinturas para su uso por parte de médicos y pacientes. La medicina occidental había empezado a utilizar el cannabis.

«El uso de derivados del cannabis con fines medicinales se extendió rápidamente por toda la medicina occidental», escribió el doctor Tod Mikuriya, que recopiló y volvió a publicar los primeros artículos de revistas en Marijuana: Medical Papers 1839-1972. Prestigiosos médicos destacaron sus beneficios, entre ellos William Osler, de la Universidad Johns Hopkins, que recetó cannabis como tratamiento de primera línea para las migrañas.

De vuelta a la India, el gobierno británico emprendió estudios a gran escala para investigar «efectos deletéreos supuestamente producidos por el abuso de la ganja«. En 1894, un exhaustivo Informe de la Comisión de Drogas del Cáñamo de la India concluyó: «La opinión general parece ser que se han exagerado los efectos nocivos de la ganja«.

Las recetas de medicamentos a base de cannabis alcanzaron su punto álgido entre 1890 y 1920 en Estados Unidos. Entre los factores que influyeron en el descenso de la cuota de mercado cabe citar la competencia de medicamentos sintéticos nuevos y baratos, como la aspirina, los opiáceos inyectables y los barbitúricos, y el creciente desdén por las hierbas «rudimentarias».

Por encima de todo estaba el problema de la potencia incoherente. Como explicaba el Dispensario de EE.UU. para 1926, «Debido a la gran variabilidad en la potencia de las diferentes muestras de cannabis es casi imposible aproximarse a la dosis adecuada de cualquier muestra individual, excepto mediante ensayos clínicos. Debido a los ocasionales síntomas desagradables provocados por preparados poco potentes, los médicos han sido generalmente demasiado cautelosos con las cantidades administradas». En otras palabras, la potencia inconsistente llevó al miedo a la sobredosis, ¡lo que llevó a preparaciones de cannabis demasiado débiles! Esto ayuda a explicar por qué los consumidores estadounidenses no protestaron cuando el gobierno federal prohibió la «marihuana» en 1937.

Píldoras de cannabis recubiertas de gelatina producidas por McKesson & Robbins, uno de los muchas empresas farmacéuticas estadounidenses que comercializaban extractos de cannabis antes de la prohibición de 1937

Reefer Madness es el nombre de una película que llegó a personificar la campaña de propaganda que condujo a la prohibición federal de la marihuana en 1937.

El único testimonio en contra de la prohibición cuando el Congreso la debatió fue el del doctor William Woodward, de la Asociación Médica Americana. Woodward argumentó: «El uso medicinal del Cannabis, como se les ha dicho, ha disminuido enormemente. Se usa muy poco… en parte debido a la incertidumbre de los efectos de la droga. Esta incertidumbre se ha atribuido hasta ahora a las variaciones en la potencia de las preparaciones procedentes de las plantas utilizadas. . . decir, sin embargo, como se ha propuesto aquí, que el uso de la droga debe ser impedido por un impuesto prohibitivo, pierde de vista el hecho de que la investigación futura puede demostrar que hay usos médicos sustanciales «. ¡Qué clarividente!

Los farmacólogos Raphael Mechoulam (izquierda) y Yechiel Gaoni descubrieron la estructura molecular exacta del THC y el CBD e informaron de sus hallazgos en 1963 y 1964.

En 1938, el alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia, encargó a la Academia de Medicina de Nueva York que investigara las alegaciones en las que se basaba la prohibición federal de la marihuana. Una comisión de científicos y médicos llegó a la conclusión de que la marihuana no es adictiva y no provoca locura ni delitos violentos. Los agentes de la Oficina Federal de Estupefacientes compraron y destruyeron copias del «Informe de la Comisión LaGuardia».

Al final de la Segunda Guerra Mundial siguieron casi dos décadas de demonización de la marihuana y de las personas que la consumían. Pero a principios de la década de 1960, los avances de la ciencia y la sociedad estaban provocando grietas en el muro de la prohibición. Las estructuras moleculares precisas del THC y el CBD fueron determinadas en 1964 por los científicos israelíes Raphael Mechoulam e Y. Gaoni. Ese año, en Nueva York, Bob Dylan compartió marihuana con los Beatles, presagiando una era en la que millones de jóvenes de todo el mundo -especialmente soldados y estudiantes- empezarían a fumar marihuana, a evaluar sus efectos por sí mismos y a cuestionar las afirmaciones del gobierno.

El Dr. Mechoulam popularizó el término «efecto séquito» para describir cómo los compuestos del Cannabis actúan de forma sinérgica.

Pruebas anecdóticas

Quienes empezaron a fumar marihuana en entornos sociales en los años sesenta, setenta y ochenta desconocían, por lo general, que se había recetado ampliamente como medicamento en un pasado no muy lejano. Como dijo el Dr. Mikuriya: «No fue sólo la marihuana lo que se prohibió, fue la verdad sobre la historia».

Circulaban informes anecdóticos sobre su eficacia médica. Al parecer, todo el mundo conocía a alguien en el hospital de veteranos que consumía marihuana para la espasticidad, o tenía una tía que había superado la quimioterapia gracias a la hierba, o un amigo que decía le ayudaba a dormir. Pero ningún médico o investigador hacía un seguimiento de los pacientes que consumían marihuana.

En 1990, en respuesta a la epidemia de sida, un veterano de Vietnam llamado Dennis Peron creó el Club de Compradores de Cannabis de San Francisco. El club ofrecía un entorno en el que las personas que consumían marihuana con fines terapéuticos podían comparar notas y hacerse una idea de sus cifras. Mikuriya, viendo «una oportunidad única de investigación», se apuntó como coordinador médico y empezó a entrevistar a los miembros sobre sus dolencias, patrones de consumo de marihuana y resultados.

El extraordinario club de Peron se convirtió en la sede de los activistas que trabajaban para legalizar la marihuana para uso médico. Redactaron la «Proposición 215», una medida electoral que permitiría a los pacientes con la aprobación de un médico consumir cannabis con fines medicinales. Los votantes de California aprobaron la Proposición 215 en noviembre de 1996 por un margen de 56 a 44 por ciento, con la oposición de las fuerzas del orden y de todos los funcionarios electos del estado, excepto Terence Hallinan, fiscal del distrito de San Francisco.

Dennis Peron en el exterior del Club de Compradores de Cannabis de San Francisco, en el 1444 de Market Street. En 1995, el club se convirtió en el cuartel general de los activistas que planeaban la iniciativa marihuana medicinal de California.

Funcionarios de la Administración Clinton, encabezados por el zar antidroga Barry McCaffrey, denunciaron al doctor Tod Mikuriya y amenazaron a los médicos que aprobaron el consumo de marihuana por parte de sus pacientes después de que los votantes de California aprobaran la Proposición 215 en noviembre de 1996.

A instancias del Dr. Mikuriya, la nueva ley se había redactado para cubrir no sólo a los pacientes que sufren unas pocas afecciones graves, sino también a aquellos con «cualquier otra afección para la que la marihuana proporcione alivio».

En diciembre de 1996, el zar antidroga estadounidense Barry McCaffrey y la fiscal general Janet Reno amenazaron con revocar las licencias de prescripción a los médicos de California que se atrevieran a aprobar el consumo de marihuana por parte de los pacientes. En una rueda de prensa ampliamente difundida, McCaffrey señaló burlonamente un gran gráfico titulado «Usos médicos de la marihuana del Dr. Tod Mikuriya (215 Medical Advisor)». McCaffrey dijo que era claramente absurdo que un medicamento pudiera ser eficaz para tratar tantas afecciones. «Esto no es medicina», se burló, «es un show de Cheech y Chong».

La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y el grupo reformista conocido ahora como Alianza para las Políticas sobre Drogas (Drug Policy Alliance) apoyaron una demanda del doctor Marcus Conant, especialista en sida, para impedir que el Gobierno cumpliera su amenaza. Los tribunales federales coincidieron con los demandantes en que los médicos y los pacientes tienen derecho constitucional, en virtud de la Primera Enmienda, a hablar de la marihuana como opción terapéutica.

Cheech y Chong se convirtieron en iconos de la contracultura cannábica. Sus películas y rutinas cómicas se burlaban de los supuestos peligros asociados a la marihuana.

El sistema endocannabinoide

Mientras se desarrollaba el conflicto legal/político, los científicos que estudian cómo ejerce sus efectos el cannabis dieron la razón a Mikuriya. En 1990, justo cuando se formaba el Cannabis Buyers Club en San Francisco, un grupo de científicos se reunió en Creta y creó la Sociedad Internacional de Investigación del Cannabis. La «palabra con C» en el nombre del grupo podría cambiarse a «Cannabinoide» en 1998 porque, como explicó un investigador, «El campo se está alejando de la planta».

Los miembros del ICRS eran en su mayoría farmacólogos y bioquímicos empleados en centros de investigación académica. Casi todos recibían o codiciaban financiación del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) de EE.UU., una agencia cuyo objetivo declarado durante años ha sido demostrar la nocividad de la marihuana. El Santo Grial de los científicos era un fármaco que ejerciera los efectos beneficiosos del cannabis sin provocar ninguna psicoactividad.

En su búsqueda de un fármaco de este tipo, los investigadores descubrieron el sistema de señalización endocannabinoide del organismo: compuestos fabricados en el cuerpo que activan receptores endógenos que también responden a los cannabinoides vegetales.

Los cannabinoides predominantes en las plantas de cannabis son el CBD y el THC. El CBD, que no es psicoactivo, predomina en las plantas de cáñamo criadas para producir fibra y/o semillas. El CBD fue identificado a principios de la década de 1940 por Roger Adams, químico de la Universidad de Illinois, pero no llegó a determinar su estructura molecular exacta.

Tras el descubrimiento de los endocannabinoides, el CBD y el THC pasaron a denominarse «fitocannabinoides», es decir, compuestos que se encuentran en la planta, casi todos formados por 21 átomos de carbono en estructuras de anillo y cadenas laterales, con átomos de hidrógeno y oxígeno unidos en diferentes puntos.

Hasta la fecha se han identificado unos 100 fitocannabinoides, incluidos algunos biológicamente activos que podrían tener potencial médico. (Algunos cannabinoides crean cannabinoides vegetales por orden de aparición evolutiva. Los endocannabinoides y los fitocannabinoides ejercen efectos similares cuando se prueban en animales de laboratorio: reducción del dolor, de la temperatura corporal, de la actividad espontánea y del control motor.

Los compuestos sintéticos que ejercen estos efectos también se clasifican como cannabinoides. En 1974, Eli Lilly produjo la nabilona, una forma sintética del THC que se comercializó como Cesamet (y se volvió a introducir años más tarde como Nabilona). A mediados de los 80, Pfizer produjo un compuesto sintético, CP-55940, que resultó demasiado psicoactivo para comercializarlo como medicamento. Pero a diferencia del THC, que no es soluble en agua y ejerce un efecto débil y fugaz, el CP-55940 puede manipularse en solución acuosa, y se fija el tiempo suficiente para revelar en qué parte del cuerpo actúa. Esto supuso una gran ayuda para la investigación.

La existencia de receptores cannabinoides en el cerebro fue establecida en 1988 por William Devane, que trabajaba en el laboratorio de Alynn Howlett en la Universidad de San Luis. Los receptores son proteínas incrustadas en las membranas celulares. Los endocannabinoides o fitocannabinoides que se unen a ellos inducen una cascada de acontecimientos moleculares dentro de las células.

Estos receptores, posteriormente denominados receptores CB1, se concentran en el cerebro y los ganglios basales (regiones responsables del control motor, lo que podría explicar por qué la marihuana alivia la espasticidad muscular), en el hipocampo (almacenamiento de la memoria a corto plazo) y en el sistema límbico (control emocional). Los cannabinoides que actúan a través de los receptores CB1 desempeñan un papel en los procesos de recompensa, cognición y percepción del dolor, así como en el control motor.

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‘Sour Tsunami’, creada por Lawrence Ringo en el condado de Humboldt, es una variedad con CBD dominante. Ringo hizo semillas estabilizadas ampliamente disponibles para los usuarios médicos.

En 1992 se encontró un segundo receptor cannabinoide en células del bazo, glóbulos blancos y otras zonas «periféricas» del cuerpo. El descubrimiento del receptor CB2 renovó la esperanza de que los fármacos eficaces no psicoactivos que implican el sistema inmunitario -no el cerebro ni el sistema nervioso central-.

También en 1992, Devane y Lumir Hanas, que trabajaban en el laboratorio de Mechoulam en la Universidad Hebrea de Jerusalén, identificaron el primer cannabinoide endógeno, una molécula relativamente simple llamada N araquidoniletanolamina (AEA). La llamaron «anandamida» por la palabra sánscrita que significa felicidad. La anandamida actúa en los receptores CB1 y CB2. Sus efectos son duplicados por el THC. También en el laboratorio de Mechoulam, en 1994, Shimon Ben-Shabat descubrió una segunda sustancia endógena, la anandamida cannabinoide, el 2-AG (2 araquidonilglicol), que también se une a los receptores CB1 y CB2. A diferencia de la anandamida, que es un agonista relativamente débil, el 2-AG suele ser un agonista completo del receptor CB1.

La anandamida y el 2-AG son neuromoduladores inusuales, ya que actúan mediante un proceso denominado «señalización retrógrada». Los neurotransmisores convencionales -rotonina, dopamina, etc.-cruzan la brecha (sinapsis) entre una célula emisora «presinápica» y una célula receptora «postsinápica». Los endocannabinoides se fabrican a demanda en la neurona postsináptica y se envían de vuelta a través de la sinapsis para indicar a la célula emisora que baje el tono o lo acelere.

Una célula nerviosa envía señales químicas a través de una brecha -la sinapsis- para activar una célula receptora. Los endocannabinoides se fabrican en la membrana de la célula receptora y se envían de vuelta a través de la sinapsis para ajustar la velocidad de transmisión.

Los cannabinoides vegetales tienen 21 moléculas de carbono con oxígeno e hidrógeno unidos en varios puntos.

La anandamida y la 2-AG restablecen el equilibrio -la homeostasis- inhibiendo las células nerviosas que disparan con demasiada intensidad y desinhibiendo las que disparan con demasiada lentitud. Piensa en un director frente a una orquesta y dirigiendo el tempo y el volumen al que los instrumentos producen sus sonidos.
El sistema endocannabinoide es el principal regulador del tono corporal.

Los endocannabinoides envían sus señales a los sistemas que regulan el apetito, el movimiento, el aprendizaje (y el olvido), la percepción del dolor, la respuesta inmunitaria y la inflamación, la neuroprotección y otros procesos vitales.

El hecho de que la señalización endocannabinoide forme parte integrante de todos los procesos fisiológicos explica por qué la ingesta de cannabinoides -inhalar vapor de cannabis, por ejemplo- puede beneficiar a los pacientes que padecen cualquiera de los síntomas y afecciones médicas de la infame lista de Tod Mikuriya. Los científicos han explicado lo que él observó e informó.

En la reunión de 2013 de la Asociación Internacional de Medicamentos Cannabinoides, Raphael Mechoulam citó con aprobación un artículo que concluía que «modular la actividad endocannabinoide puede tener potencial terapéutico en casi todas las enfermedades que afectan a los seres humanos.»

En cada reunión anual de la Sociedad Internacional de Investigación sobre Cannabinoides se ha hecho mayor hincapié en las aplicaciones terapéuticas y menos en la responsabilidad por el abuso de drogas. Los estudios presentados en la reunión de 2014 reflejaron un renovado interés por la propia planta de cannabis.

Lo que han aprendido los médicos

La iniciativa de California de 1996 sobre la marihuana medicinal no creó un sistema de registro porque Dennis Peron y sus coautores no querían generar una lista maestra de consumidores de cannabis que los fiscales federales pudieran consultar si y cuando quisieran. Así que, durante todos los años transcurridos desde entonces, se ha llevado a cabo un vasto experimento de salud pública sin que ningún organismo estatal lo haya rastreado.

En 2006, diez años después de que se legalizara el uso médico, Mikuriya encuestó a 30 médicos que habían asistido a reuniones de la California Cannabis Research Medical Group (que había organizado en 2000). Publicó los resultados en la revista O’Shaughnessy’s, que cofundó con uno de nosotros (Fred Gardner) en 2003.

Los médicos encuestados habían autorizado el consumo de la hierba a unos 160.000 pacientes. Los médicos se mostraron unánimemente sorprendidos por la medida en que el cannabis permitía a los pacientes reducir la ingesta de medicamentos con y sin receta. En palabras de Mikuriya: «Los opiáceos, los sedantes, los AINE y los antidepresivos ISRS se utilizan habitualmente en menor cantidad o se suspenden. Todos ellos son fármacos con graves efectos adversos».

El Dr. Robert Sullivan, uno de los primeros médicos en ofrecer consultas sobre cannabis en el condado de Orange (California), informó de que sus pacientes habían reducido el consumo de «opiáceos, relajantes musculares, antidepresivos», hipnóticos (para dormir), ansiolíticos, neurontin, antiinflamatorios,
medicamentos contra la migraña, medicamentos gastrointestinales, prednisona (para el asma, la artritis)». El cannabis estaba demostrando ser la antidroga.

Los informes sobre pacientes con dolor que consumen cannabis y reducen su consumo de opiáceos en un 50% coinciden perfectamente con los estudios que demuestran que los animales de laboratorio necesitan la mitad de opiáceos para aliviar el dolor cuando también son tratados con un cannabinoide. ¿No es de extrañar que los fabricantes de drogas sintéticas vean el uso médico del cannabis como una amenaza para sus márgenes de beneficio?

¿Qué hay de los supuestos efectos adversos, incluida la adicción, en los que se basa la prohibición de la marihuana? El Dr. Philip Denney dijo de la encuesta de diez años: «Prácticamente, los pacientes no han informado de ningún problema, excepto los contactos con el sistema judicial. Los pacientes pueden dejar de consumir cannabis fácilmente para pasar los controles de drogas o cuando viajan. La sobredosis de cannabis comestible -una somnolencia desagradable que dura de seis a ocho horas- es rara y pasajera».

El Dr. Frank Lucido respondió que la «disminución de la productividad» hizo que dos pacientes dejaran de consumir cannabis. Pero añadió que «la inmensa mayoría afirma ser más productiva», cuando sus síntomas se controlan con cannabis». Los empresarios deben tomar nota.

Las flores de cannabis disponibles en los dispensarios han permitido a los pacientes de los estados con marihuana medicinal reducir o abandonar por completo el uso de fármacos sintéticos que tienen efectos secundarios adversos.

La era del CBD

La aprobación de la Proposición 215 en California animó a personas de todo el mundo a presionar para conseguir el acceso al cannabis medicinal. Los pacientes de esclerosis múltiple (EM) de Inglaterra empezaron a presionar al Ministerio de Sanidad con mayor urgencia. En la primavera de 1997, los pacientes de EM celebraron una reunión pública en Londres que llamó la atención del empresario farmacéutico Geoffrey Guy, MD, quien se comprometió a ayudarles a lograr su objetivo.

Guy observó que el cannabis consumido en Inglaterra por pacientes de esclerosis múltiple y otras personas que declaraban obtener beneficios médicos contenía también cantidades sustanciales de CBD como el THC. La menor psicoactividad del cannabis rico en CBD sería una clave cuando presentó al Ministerio del Interior su plan de producir un medicamento de cannabis de calidad farmacéutica. Su empresa, GW Pharmaceuticals, obtuvo la debida licencia para cultivar Cannabis con este fin en la primavera de 1998.

Para lograr la autorización de comercialización, los extractos de GW tendrían que producirse con una consistencia casi perfecta y demostrar su seguridad y eficacia en ensayos clínicos.
El primer paso de Guy había sido comprar la colección de plantas genéticamente diversas de Hortapharm, una empresa holandesa fundada en los años ochenta por los expatriados estadounidenses David Watson y Robert Clarke.

Fueron ellos quienes descubrieron que el CBD y otros compuestos distintos del THC tenían efectos significativos. Viajaron por todo el mundo recolectando cepas de «razas terrestres», algunas con cantidades sustanciales de estos cannabinoides «menores» anteriormente ignorados». Watson y Clarke también comprendieron que los terpenoides que dan a las variedades de Cannabis sus aromas ejercían efectos cuando se ingerían.

Sativex de GW Pharmaceuticals, un aerosol cannabinoide sublingual, está compuesto por cantidades aproximadamente iguales de CBD y THC.

GW se dedicó a cultivar miles de plantas en sofisticados invernaderos del sureste de Inglaterra. Además de desarrollar cepas con alto contenido de THC y CBD, GW cultivó plantas ricas en cannab- icromeno (CBC), cannabigerol (CBG) y tetrahidrocannabivarina (THCV) para probar sus efectos médicos. En los últimos años, la cannabidivarina (CBDV) se ha convertido en un compuesto de interés para la empresa.

En 1999, GW ya producía su medicamento estrella, el Sativex, un extracto de planta entera formulado para pulverizar bajo la lengua. Sativex contiene cantidades aproximadamente iguales de CBD y THC, además de trazas de todos los demás compuestos producidos por la planta. GW inició ensayos clínicos y empezó a suministrar Sativex y otros extractos de cannabis a investigadores. Sus hallazgos, publicados en artículos de revistas y en conferencias en los años siguientes, sugirieron que el CBD podía aliviar los síntomas de la artritis reumatoide, la diabetes, la epilepsia, el alcoholismo, el TEPT, las infecciones resistentes a los antibióticos y los trastornos neurológicos. El CBD también demostró efectos neuroprotectores y anticancerígenos.
Las personas que utilizaron Sativex redujeron el consumo de opiáceos y otros fármacos.
El Sativex producía menos efectos secundarios y más leves que el THC puro (Marinol).

En abril de 2005, Sativex obtuvo la aprobación condicional de Health Canada como tratamiento del dolor en la esclerosis múltiple. El Reino Unido y otros 20 países han aprobado Sativex para el tratamiento de la espasticidad en la EM. Sativex está siendo sometido a ensayos clínicos como tratamiento del dolor oncológico en EE.UU. y otros países.

Durante muchos años se asumió que el CBD se había reducido a niveles traza en todo el cannabis que se cultiva en EE.UU. con fines médicos y recreativos. Como no había laboratorios de química analítica que analizaran las muestras de cannabis, no había forma de evaluar el contenido de cannabinoides. Esta situación cambió en el invierno de 2008-2009, cuando Steve DeAngelo, director del Centro de Salud Harborside de Oakland, animó a dos antiguos cultivadores, David Lampach y Addison DeMoura, a poner en marcha un laboratorio, bautizado acertadamente como Steep Hill.
Harborside suministró al laboratorio un flujo constante de muestras para analizar la presencia de moho y para analizar los niveles de THC, CBD y CBN.

Resultó que el cannabis rico en CBD no era tan raro en California como habían predicho los expertos. O’Shaughnessy’s informó de que aproximadamente una de cada 600 muestras llevadas a Steep Hill y a otros laboratorios en 2009 contenía un 4 por ciento o más de CBD. ProjectCBD se creó para informar sobre lo que médicos, pacientes, cultivadores y fabricantes estaban aprendiendo sobre los medicamentos ricos en CBD.

P.S. (Post Sanjay)

En agosto de 2013, el doctor Sanjay Gupta narró un documental en la CNN en el que reconocía que todos habíamos sido «sistemáticamente mal educados» sobre la marihuana. El programa ofrecía ejemplos dramáticos de efectos beneficiosos del cannabis. El más memorable fue la historia de Charlotte Figi, una niña de cinco años con una forma grave de epilepsia.

Las convulsiones de Charlotte se habían agravado al fracasar los tratamientos convencionales. Su madre, residente en Colorado Springs, y su padre, sargento de las Fuerzas Especiales desplegado en Afganistán, investigaron en Internet y conoció el cannabis como anticonvulsivo. Paige Figi conseguía cogollos en dispensarios y una amiga le enseñó a extraer aceite para Charlotte. Una variedad rica en CBD aliviaba las convulsiones, pero Paige no podía reabastecerse.

Wernard Bruining fundó el primer coffee shop de Ámsterdam, Mellow Yellow, en 1972. Hoy es la vanguardia holandesa del cannabis medicinal. Visite su página web, www.mediwiet.nl, para más información. Fotografía de Lika Bruining.

Los doctores Sanjay Gupta y Geoffrey Guy en las instalaciones de cultivo de GW Pharmaceuticals. GW busca la aprobación de la FDA para Sativex (para tratar el dolor oncológico intratable) y Epidiolex (para epilepsias pediátricas).

En febrero de 2012 conoció a Joel Stanley, quien, con sus hermanos, cultivaba marihuana para sus propios dispensarios y tenía una variedad de cáñamo que funcionaba milagrosamente bien para Charlotte. Los Stanley rebautizaron su planta con el nombre de «Charlotte’s Web» y se ofrecieron a cultivarla en grandes cantidades para los Figi y otras personas necesitadas. Cuando Sanjay Gupta visitó su invernadero, uno de los hermanos Stanley señaló a una planta de Charlotte’s Web y afirmó: «No hay nada parecido en el mundo. Esta planta tiene un 21 por ciento de CBD y menos de un 1 por ciento de THC».

Afortunadamente, existen otras plantas de cannabis con proporciones de CBD:THC superiores a 20:1, y se están cultivando en California y otros estados donde es legal hacerlo. Tampoco está claro que cuanto mayor sea la proporción CBD:THC, más eficaz será el medicamento. Puede que exista una proporción óptima para tratar cada enfermedad y cada individuo. El contenido de terpenoides y flavonoides influirá en los efectos de cualquier medicamento a base de cannabis.
A médicos y pacientes, cultivadores y fabricantes de medicamentos se les presenta una gran oportunidad de investigación.

La Ley Agrícola federal de 2014 legalizó el cultivo de «cáñamo industrial» con un contenido de THC igual o inferior al 0,3% con fines de investigación. Esto permitió a los hermanos Stanley cultivar 36.000 plantas de Charlotte’s Web, ahora criadas para contener 30:1 CBD-THC, en 17 acres, y a redefinir su extracto como aceite de cáñamo CW. En Kentucky también se cultivaron varios miles de plantas de cáñamo para uso médico. El «cáñamo industrial» proporciona algo más que alimentos y fibra. Se ha presentado en el Congreso un proyecto de ley para eliminar el CBD y el cáñamo de la Ley de Sustancias Controladas.

Cientos de padres de niños con epilepsia, cáncer y otras enfermedades graves se han trasladado a Colorado con la esperanza de obtener Charlotte’s Web. Una organización sin ánimo de lucro llamada Realm of Caring, cofundada por Paige Figi, asesora a las familias que utilizan el producto de los hermanos Stanley, mantiene una lista de espera de posibles clientes y actúa como recurso educativo. En 2014, once estados aprobaron proyectos de ley que legalizan el cannabis que contiene cantidades mínimas de THC. Los prohibicionistas consideran que estos proyectos de ley denominados «solo CBD» desvían el apoyo de los proyectos de ley que legalizarían el THC para uso médico (como ocurrió en Florida en noviembre de 2014). Los defensores las consideran un primer paso hacia una legislación más amplia.

Numerosas empresas producen y distribuyen medicamentos a base de cannabis en Estados Unidos y en el extranjero. Las más audaces venden productos ricos en CBD por correo y en línea. Aunque el CBD sigue en la Lista Uno de la Ley Federal de Sustancias Controladas, los productos alimenticios de cáñamo que contienen menos de un 0,3 por ciento de THC son legales (y están a la venta en Costco).

Lawrence Ringo (izquierda) y Jaime Carion (‘Cannatonic’ breeder, Resin Seeds) en la High Times Medical Cannabis Cup de San Francisco. Nadie hizo más por agilizar y ampliar la disponibilidad de plantas ricas en CBD para uso médico que estos dos hombres.

Los reguladores federales no han tomado medidas contra las empresas que importan productos médicos que contienen grandes cantidades de CBD extraído de plantas de cáñamo cultivadas legalmente en el extranjero. Los hermanos Stanley, a los que se aconsejó en 2014 que no enviaran el aceite de cáñamo Charlotte’s Web desde Colorado a pacientes de otros estados, ahora planean cultivar plantas en Uruguay y otros países extranjeros, y enviar el aceite a los pacientes de EE.UU.

GW Pharmaceuticals busca la aprobación de la FDA para Epidiolex, un extracto de CBD sin THC. Epidiolex se puso en 2014 a disposición de los especialistas en epilepsia que llevan a cabo programas de investigación de nuevos fármacos (IND) en hospitales de Estados Unidos, en los que participan unos 200 niños.
Más de la mitad experimentaron un número significativamente menor de crisis y menos graves. Acerca de el 15 por ciento no recibió ayuda, y alrededor del 15 por ciento no tuvo convulsiones. Un patrón similar ha sido reportado por Bonni Goldstein, MD, y Margaret Gedde, MD, médicos que tratan a cientos de niños que utilizan cannabis rico en CBD para la epilepsia en Los Ángeles y Colorado Springs, respectivamente.

Martin Lee, organizador del Proyecto CBD, afirma: «Qué ironía que la prohibición del cannabis, presentada al Congreso y a un público crédulo como una forma de proteger a los niños de un vicio mortal, se esté desmoronando porque los niños necesitan desesperadamente el cannabis como medicina».

El grupo de médicos organizado por Tod Mikuriya en 2000, ahora conocido como Sociedad de Clínicos del Cannabis, contaba con más de 100 miembros en junio de 2014. La SCC está dirigida desde 2009 por el doctor Jeffrey Hergenrather, miembro fundador. «El conocimiento de médicos y pacientes sobre cómo funciona el cannabis ha avanzado significativamente en los últimos años», afirma. «Ahora es el momento de que las facultades de medicina reconozcan el sistema endocannabinoide».

Jason David suministró aceite rico en CBD del Harborside Health Center de Oakland a su hijo Jayden, que consiguió aliviar las convulsiones. La noticia de la mejoría de Jayden inspiró a los padres de Charlotte Figi a buscar CBD en Colorado. Foto de Braverman Productions.

Enlaces de interés

O’Shaughnessy’s cubre la historia actual del movimiento de la marihuana medicinal.

ProjectCBD.org informa sobre la disponibilidad del CBD y lo que científicos, médicos, pacientes y cultivadores están aprendiendo sobre él.

CBD Crew es una asociación entre Mr. Nice y Resin Seeds, produce variedades ricas en CBD.

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